jueves, 21 de febrero de 2013

Vuelta al campo

Los chicos y chicas de mi generación (mediados y finales de los 80), pertenecemos a la generación del "boom" tecnológico, de Internet y de todo lo que tenga que ver con apretar las teclas de una máquina. He conocido las primeras consolas (¿os acordáis de SEGA?), los relojes calculadora o, en mi humilde opinión, los precursores de los "SIMS", los "Tamagochi", esa especie de huevo electrónico aplastado que no hacía más que comer y hacer sus "cositas"; sin mencionar el nacimiento del "chat" entre los "chat", el Messenger, destructor de amistades e incipientes relaciones al no poder transmitir la ironía en los mensajes de texto. Tampoco puedo obviar la aparición de un nuevo orden ortográfico en el mundo, gracias a la telefonía móvil y, desarrollado íntegramente por nuestra generación, las abreviaturas en los mensajes de texto, que para pesadilla de profesores y académicos de la lengua, muchos extrapolaron al ámbito escolar. Para finalizar este breve repaso de la infancia y juventud de una generación, otra mención a otro precursor, en  mi opinión, de las  actuales redes sociales....¿ alguien se acuerda del "Fotolog"? , aquel espacio insulso donde ponías una foto y la gente hacia comentarios,sin iconos de "me gusta" o sin opción a "compartir".

 Si, definitivamente, una hecha la vista atrás y se da cuenta de como pasa el tiempo y lo efímero de todos esos recuerdos; pero, si hecho la vista todavía un poco más atrás, veo otros recuerdos de una generación que tuvo la oportunidad de vivir las "aldeas", ese pueblo de apenas 80 o 100 personas donde no había ley, en donde podías jugar y hacer todo tipo de travesuras en las calles, donde recogías lechugas o repollos de la mano de tus abuelos, mientras tus padres te esperaban cargados de huevos frescos "porque los del supermercado no eran iguales", ¿quién no ha ido a por agua a la fuente y, sin saber cómo, ha terminado tirado sobre un manto de tojos?....ays, si es que hemos sido unos privilegiados, a pesar de que muchos de nuestros padres y, la sociedad en general, decidieran vivir en las grandes urbes y relegar esa cultura de campo, trabajo y diversión a un estatus "menos sofisticado".

Imagen de "Galicia Rural" de Iain Colquhoun, publicado por Rinoceronte Editora.

Pero la vida no da puntada sin hilo, y ahora, muchos de los afortunados que vivimos esos momentos, por breves que fueran, y también, animados por la situación actual, hemos dejado aflorar nuestro espíritu de campo y hemos vuelto a reconciliarnos con el, cambiando la perspectiva de "trabajo duro" por "trabajo por placer". Si mi abuela pudiera leer estas palabras se llevaría las manos a la cabeza y me diría qué desde cuándo levantarse al alba para regar las plantas, estar agachada todo el día controlando las malas hierbas y los bichos o llegar a casa con tierra en sitios que ni sospechabas que podía entrar..¡te gusta!. Supongo que la única respuesta factible a una argumentación tan aplastante sería que siempre me ha gustado ir a cortar la lechuga al huerto, los tomates, etc,  para preparar una ensalada o, espantar a los pájaros que osaban acercarse a las fresas, no sé, supongo que es algo que siempre ha estado ahí y que por diversas circunstancias "volvió a mí".

Naranjas recién cogidas del árbol, en un rincón de la casa de "Abuela a los 20"

Algo parecido le sucedió a un viejo conocido de mi adolescencia pero, solo que volvió al campo a modo de "hobby". Recuperó un viejo campo de un familiar y, junto a su tío, se dedicó a limpiarlo de todas las malas hierbas y plantas de años de olvido, plantó hierbas aromáticas, repollos y fresas, entre otras frutas y hortalizas, y construyó un gallinero a base de materiales reciclados . Sobra decir que el cultivo es "a la vieja usanza gallega", es decir, natural y ecológico a más no poder, en donde el único factor humano es el cariño al hacer las cosas, así como las innumerables horas delante de una pantalla para buscar tutoriales o guías de cultivo.¿Y sabéis lo mejor de todo? este pequeño viaje en el tiempo esta ubicado en plena ciudad de Vigo, da la risa mirar unos metros arriba y ver enormes edificios mientras escuchas a un gallo cantar "¡¡Kikirikiiiiiiiiii!!" o cortas repollos frescos. Adorar Galicia, es más fácil si cabe, cuando ves y vives estas contradicciones y sobre todo, cuando ves que el espíritu rural gallego sigue viviendo dentro de licenciados y profesionales altamente cualificados y sin ningún tipo de pudor. 

Pedro dándole  de comer a sus gallinas
Parte de la huerta de Pedro


Cómo final de éste "post", solo puedo decir  con una enorme sonrisa, .que esto es Galicia. Esto es "Abuela a los 20".

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