Fashionista en el Campo

Estaba ojeando las últimas tendencias para éste otoño (para agarrarse los machos porque estamos en agosto) en una revista de moda, viendo a esas modelos que quitan el habla haciendo poses imposibles y con una ropa de ensueño, cuando me pregunté por qué ninguna revista busca ropa bonita y práctica para el campo y hace un reportaje, más allá de enormes mansiones campestres donde aparecen caballos que no han pisado una gota de barro en su refinada vida de establo, entre rastrillos, tomates y no sé, ¿tal vez alguna vaca o un cerdito retozando en el lodo?.

Foto de moda ambientada en el campo de Tommy Hilfiger. Me encanta, pero en mi familia no vestimos así...

Estoy segura que ante tal imagen más de una clamaría al cielo pero, seamos sinceras, hay  millones de mujeres urbanitas enfundadas en tacones “stilleto” retando a la gravedad y poniendo en graves a puros a más de un tobillo,  y que son capaces de comerse a más de un ejecutivo agresivo con fruncir un poco sus labios pintados de “rouge chanel”, además de enfundase en preciosos delantales cuando llegan a sus casa para no mancharse con la papilla de su bebé o con el nuevo cuadro de témpera de su hijo/a mayor. Ante todo esto, solo puedo limitarme a admirarlas y aplaudirlas mientras grito enfervorecida ¡OLÉ!.

Pero dentro de ese pequeño colectivo de “supermujeres”, hay otro colectivo de mujeres no urbanitas, entre las que me encuentro, y a las que parece que solo pueden aspirar a vivir rodeadas de botas de goma verde militar o negras (para las más rompedoras) para andar por el huerto y monos azules cual obrero (el colmo del glamour) o, para las que les va el “vintage”, ropa que no esta usada, que esta requeteusada por tu padre, tu madre, tu hermano o, en el mejor de los casos, por algún primo. Creerme, cada vez que abro el armario y veo esa ropa se me cae el alma a los pies, no por verla, sino porque me grita “¡por favor!, ¡tírame a la basura…ya no podemos más!” mientras yo les contesto mentalmente “¡yo tampoco!”. Y dar gracias a que no nombre los impermeables para los días de lluvia…

Señora trabajando en el campo. La bata es un modelo atemporal, pero sigue sin convencerme en cuestión de estilo.

En serio, ¿tan complicado es hacer o crear moda agrícola / ganadera? Porque si hemos llegado a la Luna, creado internet o descubierto la rueda, digo yo que algo se podrá hacer, ¿no?. Sé de sobra que la ropa que uno se pone para ir a sembrar, quitar hierbas y meterse por caminos que ni el Señor conoce,  ha de ser cómoda, práctica y estar hecha para ensuciarse hasta espantar a la propia lavadora pero, eso no quita que a una le guste estar presentable en todas las tesituras y que sueñe con unas botas de goma resistentes de colores, monos con estampados florales o impermeables de capa con estampado de cuadros escoceses, al más puro estilo “british”; y eso, hasta lo que yo sé, en mi mundo de tomates y patatas es pura ciencia ficción lo cual, duele, fastidia y recuece, no solo porque la que escribe tiene grabada la desfasada frase de su tía abuela “hay que estar perfecta siempre, porque una no sabe cuando va a conocer al hombre de su vida” a pesar de que yo ya tengo a mi chico preferido, pero el orgullo de saberse presentable y más o menos favorecida sin parecer excesivamente un marimacho con pala (tampoco le voy a pedir peras al olmo) esta ahí.

Así que si alguien sabe donde encontrar “ropa de trabajo” chula o conoce a algún diseñador….hacerle saber que hay un campo inexplorado  y, que yo y mi triste fondo de armario, se lo agradeceremos.

Mientras tanto, seguiré metiéndome entre zarzas con la ropa de un hombre con trazas afeminadas y quitándomela corriendo para atarme un delantal precioso y hacer ricas mermeladas y bizcochos, antes de ir corriendo, otra vez, a vestirme y maquillarme para ir a pasarlo bien con los amigos después de un día “apacible” en el campo.

Hortalizas que recogí ayer...ricas, ricas!!